Chris Schiavone presenta su serie "Los Tipitos" en el marco del Gallery Nights del 2010. ¡Los esperamos para brindar! Entrada libre y gratuita, capacidad limitada.
Acerca de la serie «Los tipitos» de Cris Schiavone
Dios no juega a los dados con el universo. No existe el azar. Nos lo expone
Schiavone en su serie «Los tipitos». El mismo título ya habla de un sutil
movimiento, de una transfiguración entre esos sintetizados hombrecitos
de palitos que parecen salidos de un comic o de un simple juego infantil
y el hombre en lo trágico de su vida cotidiana. Lo trágico en sentido
griego, en el sentido que Nietzsche definió como el fraternal vínculo entre
los dioses Apolo y Dionisos. Lo apolíneo-dionisíaco. Pero no nos dejemos
confundir con la primera lectura: la ingenuidad y lo lúdico en Schiavone
es sólo aparente. Una apariencia que tiene por función el facilitarnos el
ingreso al torrente de la vida, al máximo devenir, a la finitud y la infini-
tud, a lo fugaz y a lo eterno, al mito atávico. Así, facilita nuestra conexión
con la verdadera esencia de la vida mundana. Esos tipitos que lúdica-
mente saltan y bailan y corren y son arrastrados y nos miran y son
mirados, representan al hombre expuesto al horror del vacío existencial.
Representan la radical angustia que portamos y portaremos por nuestra
misma condición de ser seres finitos, seres que hemos sido entregados al
mundo para finalmente morir, pero para vivir esa experiencia única,
para formar parte de esa energía cósmica en constante juego de creación
y aniquilación. Esos antagonismos difíciles de comprender, pero que son
parte nuestra. Pareciera que es esa la función del artista: ayudarnos a
ingresar en nuestra propia naturaleza, a poner nuestra esencia en acto.
Es sabido que para Nietzsche, el instinto apolíneo, el de la mesura, es el
propio de las artes plásticas. Schiavone traspasa la concepción
nietzscheana y nos lleva con sus tipitos a lo primordial, a lo dionisíaco, a
la embriaguez, a la silenciosa música de Gea, la Tierra. A nuestra luz y a
nuestra oscuridad. Nos ubica bajo el pórtico «instante», el nudo gordiano
que une el pasado con el futuro y que, a la manera de Alejandro Magno,
debemos continuamente cortar. Así, esas frágiles figuritas de los tipitos
pueden terminar por convertírsenos en el Übermensch, el superhombre
de Nietzsche que está en constante superación de sí mismo, que está en
antagonismo con el tiempo mismo, que se hace cargo de ello.
Una vez más, Schiavone, de forma ingenua, de forma trágica, de forma
extática, nos dice y nos oculta, nos alude y nos calla. Nos invita a confron-
tarnos con lo primordial y con lo cósmico. Y ello, con algo que nomina de
manera casi liviana, «los tipitos».
Alejandro Fidias Fabri
Filósofo