Reseñan nuestros libreros

Hoy ensayo


Lucina Skegro y Xavier Morán

Acerca de Ch’ixinakax utxiwa

En la organización del mundo que las lenguas queschwa y aymara establecen, las coordenadas espacio-temporales se articulan de un modo diferente, opuesto al occidental: en la cosmovisión andina, el futuro está atrás y el pasado adelante. Así, la referencia al día de mañana se gestualiza señalando hacia atrás. A la vez, el pasado está viniendo; pero puede venir distinto de como lo conocimos.

El libro de Silvia Rivera Cusicanqui se encarga de aclararnos esto desde el vamos: para comprender los procesos históricos del mundo andino, debemos aceptar que allí (mejor dicho, aquí, ya que toda Latinoamérica, y no sólo lo que hoy llamamos Bolivia, nació y creció bajo la égida de los Andes) el tiempo histórico está invertido. Entre el ciclo de levantamientos y bloqueos en el Alto entre 2003 y 2005 (lo que conocemos como guerras del gas y del agua) y el cerco sobre la ciudad de La Paz de 1781 (liderado por Tupaq Katari), no media una distancia representable por líneas rectas. Según la autora, la concepción andina del tiempo gira en torno a la noción de Pachakuti, esto es, “la revuelta o vuelco del espacio-tiempo, con la que se inauguran largos ciclos de catástrofe o renovación del cosmos”. Contra el tiempo cronológico, el tiempo del Pachacuti enseña que el pasado vuelve desde el futuro pero invertido, y que la catástrofe vuelve como victoria de los sublevados. Y que, en el fondo, todo sucede a la vez.


Por otro lado (aunque en estrecha relación con lo anterior), Ch'ixi nos recuerda que el colonialismo mata. Y que a nosotros (euroamericanos, “caricaturas de occidente” dirá Cusicanqui) nos mata con el lenguaje: lo que nos enseñan a decir desde la cuna hasta la universidad no dice, sino que encubre quiénes somos, y quiénes fuimos verdaderamente. El texto de Cusicanqui es a la vez una reivindicación y una denuncia de las reivindicaciones fraudulentas. Como las de los estudios poscoloniales que, despojados de su función militante, y brotando como hongos al calor de las universidades imperiales, encubren con palabras nuevas las mismas viejas prácticas. Cusicanqui acusa al poscolonialismo de conducir a las clases dominantes (en los 90, antes de Evo) a un reciclaje de sus discursos, por medio de la reapropiación. Así, “adoptan un discurso retórico y esencialista, centrado en la noción de ´pueblos originarios´. El reconocimiento – recortado, condicionado y a regañadientes- de los derechos culturales y territoriales indígenas permitió así el reciclaje de las élites y la continuidad de su monopolio en el ejercicio del poder”. El discurso postcolonial fomenta el etnoturismo. Pero (y esta es la reivindicación verdadera, que Ch'ixi viene a establecer a cambio de la mentira multicultural) los pueblos originarios existen, y no como piezas de museo vivas. Porque el pasado es el presente y es el futuro, y el pensamiento retrógrado y estatizante al que la condición colonial nos subsume es eternamente atacado por las prácticas plenamente modernas (y precursoras de modernidad) de las resistencia indígena. Son las prácticas comunitarias de rebelión y resistencia las que hacen a la esencia (esencialmente política, incluso más política que étnica) de los pueblos originarios. La resistencia a la condición colonial nos enseñó a ser modernos, no la revolución industrial de otros, afirma Cusicanqui. Mientras la élite colonial pensaba feudalmente, los indígenas ya hacían piquetes. Y acá, de este lado de Occidente, el pensamiento y el lenguaje tienen que ponerse al día de una vez por todas con las prácticas que supimos construir. Del ciclo del mundo al revés habla el cronista mestizo Guaman Poma de Ayala; desde la perspectiva de los “vencidos”, el mundo simplemente se dio vuelta el día que los españoles pisaron América. En el Pachacuti que hoy transitamos, todo tiene que ser enderezado. Entre otras cosas, hay que poner al derecho la máxima de Lenin, y Silvia R. Cusicanqui lo hace. Hace cien años, el revolucionario ruso afirmó ante el mundo que “no puede haber práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria”. Hoy, la socióloga ch'ixi o mestiza nos recuerda a nosotros: “no puede haber un discurso de la descolonización, una teoría de la descolonización, sin una práctica descolonizadora”.   Eso es el poscolonialismo: una teoría sin práctica.

Desde la Bolivia renovada de Evo, “genuinamente multicultural y descolonizada”, la autora concluye: “El desafío de esta nueva autonomía reside en construir lazos sur-sur que nos permitan romper los triángulos sin base de la política y la academia del norte. Construir nuestra propia ciencia, dialogar con las ciencias de los países vecinos, afirmar nuestros lazos con las corrientes teóricas de Asia y África, y enfrentar los proyectos hegemónicos del norte con la renovada fuerza de nuestras convicciones ancestrales”. Para que quede claro que este libro es sobre Bolivia, pero para todo el Tercer Mundo.
 
Ch’ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores, Silvia Rivera Cusicanqui
Tinta Limón Ediciones, Colección Retazos
ISBN 978-987-25185-4-7, PVP $18