Reseñan nuestros libreros: hoy poesía


Nadar es una palabra que siempre me ha llamado la atención, puesto que desmembrada de su acción acuática, podría significar una acción vacía y más sorprendente. El poder creativo del individuo al generar la nada misma. Entonces nadar cobra otro significado, un significado imposible de llevar a la práctica, un significado que seduce. Sumado este acto al hermoso deporte de las aguas —tal vez esto atraiga una atmósfera saereana—, podría significar que el acto de nadar, como bien lo sabemos, lleva consigo una pasividad de la mente. No es el cuerpo el que goza del silencio de las aguas únicamente, sino también la mente. El trato del agua con el cuerpo, como una fuente que hace olvidar el atormentado aluvión de recuerdos felices y tristes. El mundo se apaga cuando el cuerpo flota, y el cuerpo pasa a formar el único mundo de la infinita agua. Como dice Marta Miranda en su poemario Nadadora:

Flotando

el cuerpo es isla

orilla

Ese equilibrio de las sílabas mechado al contenido de lo que se está diciendo, tiene una sintética e inmediata relación con el acto del flotar, en donde el cuerpo y el agua llegan al mutuo acuerdo entre pesos y densidades. La orilla, la piel hidratada, costas doradas por el sol de tarde.

En el agua

la lluvia sólo

sucede en el cielo

Los poemas de Nadadora son hilos de esa lluvia que descienden para aliviar e hidratar nuestro cuerpo.

Felipe Herrero.

Nadadora,

de Marta Miranda.

colección Poesía,

Bajo la Luna

ISBN: 978-987-9108-56-7

PVP: $35 (al 8/11/11)