Cicatrices de batallas


Recuerdo que cuando era chico tuve dos álbumes de Los Superamigos (La liga de la justicia, los personajes de la DC cómics) que nunca pude llenar. Superman, Linterna Verde, La Mujer Maravilla: todos estaban ahí. Años más tarde, en el secundario, un amigo me presto el cómic La muerte de Superman. Cuando lo vi, no lo podía creer: Superman no podía morir, era invencible, era El Hombre de Acero.

Nafta Súper, líder de una peligrosa banda de delincuentes, cae malherido a la guardia del Hospital Paroissien, siendo atendido por el nochero de turno, el “Dr. González”, más preocupado por tomarse una sopa de Alprazolam y pastearse con Duxetil que por salvarle la vida al paciente. Hasta acá, nada nuevo bajo el sol. Una historia más de las tantas que pueden encontrarse en las guardias de los hospitales bonaerenses. Sin embargo, esto es solo la punta del iceberg.
¿Qué pasaría si metemos en una coctelera a los Superamigos, con sus poderes a cuestas y los mezclamos con una vida marginal mientras los arrojamos en el oeste del Gran Buenos Aires? ¿Y si, además, son acompañados en ese viaje por sus enemigos de siempre? Porque si está Batman, tiene que estar El Guasón.
Leo Oyola hace de Kryptonita una novela que, por momentos, parece un cómic sin viñetas. Un gran cómic a decir verdad. Escrito con los pies en la tierra, mejor dicho: en el barro. La realidad y la ficción se entremezclan mientras la policía rodea el edificio por una toma de rehenes. Y si bien el relato, de a ratos, puede decaer en intensidad, es para llevarnos de la mano a los orígenes de estos Superamigos y así poder develar ciertos misterios en torno a su conducta y personalidad.
Hay noches en que uno necesita el dancin’.
Otras en las que nos hace falta el alcohol.
Pero siempre lo que andamos buscando
es compañía.
En el oeste está la gente, dice la canción. Y también está Leo Oyola. Y junto a él, una serie de personajes que crecieron y se criaron en los márgenes. Quizás, los amantes del policial clásico no terminen de acomodarse a la obra. Y se entiende, esto es otra cosa: Superman y Cía. junto a canciones de Carlos Baute y Katy Perry, émulos de Rocky, Carozo y Narizota, demonios amarillos, licor Tía María y más. Mucho más.
En el cómic La muerte de Superman es Doomsday el villano que mata al héroe.Un ser bestial y poderoso. En Kryptonita, Cabeza de Tortuga es el encargado de hacer lo mismo con Nafta Súper. ¿Lo logrará?
Fernando Llanderal