Recuerdo que cuando era chico tuve dos álbumes de Los Superamigos (La liga de la justicia, los personajes de la DC cómics) que nunca pude llenar. Superman, Linterna Verde, La Mujer Maravilla : todos estaban ahí. Años más tarde, en el secundario, un amigo me presto el cómic La muerte de Superman. Cuando lo vi, no lo podía creer: Superman no podía morir, era invencible, era El Hombre de Acero.
Leo Oyola hace de Kryptonita una novela que, por momentos, parece un cómic sin viñetas. Un gran cómic a decir verdad. Escrito con los pies en la tierra, mejor dicho: en el barro. La realidad y la ficción se entremezclan mientras la policía rodea el edificio por una toma de rehenes. Y si bien el relato, de a ratos, puede decaer en intensidad, es para llevarnos de la mano a los orígenes de estos Superamigos y así poder develar ciertos misterios en torno a su conducta y personalidad.
Hay noches en que uno necesita el dancin’.
Otras en las que nos hace falta el alcohol.
Pero siempre lo que andamos buscando
es compañía.
En el oeste está la gente, dice la canción. Y también está Leo Oyola. Y junto a él, una serie de personajes que crecieron y se criaron en los márgenes. Quizás, los amantes del policial clásico no terminen de acomodarse a la obra. Y se entiende, esto es otra cosa: Superman y Cía. junto a canciones de Carlos Baute y Katy Perry, émulos de Rocky, Carozo y Narizota, demonios amarillos, licor Tía María y más. Mucho más.
Fernando Llanderal