Más acerca de María Wernicke y su nuevo libro


Acerca de María Wernicke: Nací en Olivos, muy cerca del río. Allí pasé mi infancia junto a mis padres, ambos escritores. ¡Toda mi vida estuve rodeada de libros! Supongo que eso fue lo que me llevó, a mí también, a escribir, dibujar y a hacer libros. 
Empecé a trabajar como ilustradora en 1994.Desde entonces, ilustré muchísimos libros para editoriales de Argentina, México, España, Brasil y USA.
En 2006, Ediciones Calibroscopio editó mi primer libro álbum como autora: Uno y otro. Al año siguiente recibió el reconocimiento de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina), destacándolo como mejor libro-álbum. También fue postulado por El Banco Del Libro de Venezuela entre “Los mejores libros para niños y jóvenes 2009”.
En 2010 recibí, el premio de Ilustración ALIJA por Rutinero. También, junto a Iris Rivera, el premio a Mejor Libro álbum de ALIJA, así como el Gran Premio ALIJA, ambos por nuestro libro Haiku.
Participé de las Bienales de Bratislava 2001 y 2007. En 2008 fui seleccionada para participar del catálogo de Bologna Children Book’s Fair - Argentina Guest of Honour When cows fly… , y en 2009 formé parte del catálogo y la Muestra Internacional de Ilustradores de La Feria de Bolonia y también de Sármede “Le imagine della Fantasía”.

A continuación pueden leer una entrevista publicada por María García Esperón en Globedia.


María Wernicke es una de las artistas argentinas más destacadas en el de por sí rico panorama de la ilustración latinoamericana. Su obra fue seleccionada para ser expuesta en la Feria de Bolonia 2009 y su actividad es incesante. Por su estilo tenue y sutil es una de las favoritas de editores y autores para ilustrar poesía. Así, el Fondo de Cultura Económica puso en sus manos el poemario Rutinero, del poeta mexicano Níger Madrigal, que fue Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2007.

¿Qué representa Rutinero para ti? Me gustaría contarte que Rutinero fue una puerta. Lo fue el día que me llamó Miriam Martínez para preguntarme si lo quería ilustrar, lo fue mientras lo leí y empezaron a surgir imágenes; luego, mientras buscaba las formas sumergida en papeles, hora tras hora, sin querer hacer otra cosa que eso que estaba haciendo, experimentando una felicidad que no se agotaba, no se agota. Y llegaron los encuentros... de verdad es increíble lo que está sucediendo. Y me alegra, me alegra y me alegra infinitamente.

¿En qué lugar, físico o psíquico, o ambos encontraste las imágenes que pueblan el poemario?

Lugar físico: la cocina. Ahí leí, y releí, pensé y sentí, y también dibujé los mamarrachitos miniatura que sirvieron de guía, ya que apenas puedo llamarlos bocetos. También la cocina fue el lugar donde empezó la alquimia, la búsqueda de color y mancha en mis papeles.
¿Lugar psíquico? No sé si puedo ser precisa... la sensación era la emprender un viaje, pero a diferencia de los viajes reales en los que me pongo muy ansiosa, me sentí confiada, tranquila y alegre.

¿Tú llevas a Rutinero o Rutinero te lleva a ti?

En estos nuevos libros, sobre todo en los libros-álbum, hay lugar para la poesía, para lo lúdico y también para temas que en su momento fueron tabú
Ocurrieron las dos cosas.

¿Cuáles son tus principales influencias plásticas? Y nombra a tu ilustrador o pintor favorito, sólo uno, tu "guru".

Casi imposible. Son muchísimas las influencias. Sí puedo nombrar al primer artista plástico y también ilustrador, que me emocionó y me llegó a las entrañas: Carlos Alonso. Quería ser como él y lo intenté, pero fracasé rotundamente. Fue una buena forma de empezar a buscarme. Y quiero nombrar (¿puedo uno más?) a un gran y querido ilustrador, Saúl Oscar Rojas, que me marcó por la sensibilidad de su trabajo.
Siempre quise parecerme a aquellos que admiraba (a Rojas, también, él lo sabe) y, si bien no estoy exenta de que eso me siga ocurriendo, crecí bastante como para animarme a un camino propio que, creo, voy encontrando.

Por favor, define el momento creativo por el que atraviesas y de ser posible, relaciónalo con el panorama actual de los libros ilustrados.

Personalmente es un muy buen momento, explosivo, expansivo. Y te cuento, para que se entienda porqué.
Hace dieciséis años que trabajo como ilustradora. Pasé largas, larguísimas crisis (años) donde me cuestionaba qué y cómo ilustraba. Deseaba un cambio y no sabía cómo arrancar. Estaba acostumbrada a trabajar con muchísimas pautas, y no tenerlas me ponía en un lugar de inseguridad muy grande. Anteponía la pregunta ¿qué esperan de mí? Y si no tenía la respuesta, ¡ zaz!, ahí quedaba paralizada, repitiendo pequeñas fórmulas que en su momento sirvieron para hacerme un lugarcito en el mundo de los libros. Pero no me animaba a proponer. En otras palabras: tenía mucho miedo.
También la cocina fue el lugar donde empezó la alquimia, la búsqueda de color y mancha en mis papeles
El cambio empezó el día que pude dar el primer paso. Decidí que iba a hacer un libro porque sí, para nadie o para mí, por pura gana y disfrute. Y mirá cómo son las cosas (casualidades o causalidades), al mes me llamaron de la editorial Calibroscopio preguntándome si tenía algún proyecto propio. Llevé los textos y los originales que tenía terminados de y -¡sorpresa!- les encantó. A los pocos meses, estaba editado. Ese día empecé a perder el miedo.
Seguí explorándome y esa búsqueda dio dos nuevos libros, Un señor en su lugar y El poeta y el mar que, sin haber ganado premios ni haber sido publicados aún, fueron los que, desde la estética, incentivaron a los editores del Fondo de Cultura a trabajar conmigo, primero con Las peregrinas del soyfuiseré, de Ricardo Castañeda y luego con Rutinero, de Níger Madrigal. Y acá vale aclarar algo que para mí es muy importante. Descubrí los libros ilustrados del Fondo de Cultura hace casi veinte años, y soñaba con poder, algún día, hacer libros así, con ellos.
Creo que la gran diferencia, y lo que hace que éste sea un muy buen momento, está en la nueva pregunta: ¿Qué espero de mí? Ser yo misma, buscarme, encontrar mi propio lenguaje, sensibilizarme, dejarme llevar a veces y tomar las riendas otras, y ¡disfrutar! En todo caso, creo que también los demás esperan eso de uno.
Si tengo que relacionar lo personal con el panorama actual de los libros ilustrados, te diría que me favorece. En realidad, nos favorece a todos, escritores, ilustradores y lectores. Porque hoy en día hay muchas más editoriales que apuestan a un lector lúcido y sensible. En estos nuevos libros, sobre todo en los libros-álbum, hay lugar para la poesía, para lo lúdico y también para temas que en su momento fueron tabú, como la tristeza, la muerte, la pobreza, la guerra, la injusticia, el sexo y lo diferente. Eso nos abre puertas, nos deja un espacio para decir y leer (textos e imágenes) con libertad, esa libertad de la que hablaba antes, la de ser quien uno es con una mirada y una voz propia.”